domingo, 14 de septiembre de 2008

De cruces...

Cruces hay muchas, y cada uno tiene la suya propia. Aquellas cargas que llevamos, llámense carácter, tristezas, insatisfacciones, indecisiones, etc. Y sin embargo Jesús nos dice, me dice: "El que quiera seguirme, tome su cruz y sigame". Entonces la cruz por si sola no tiene valor, sino es parte de seguirlo a Él. Ese es el objetivo, seguirlo; no se trata de cargar la propia cruz inútilmente. No es el sacrificio por si solo el que vale, sino aquel que se ofrece en su seguimiento.

Y la fiesta de hoy, 14 de setiembre, es la Exaltación de la Cruz y se ha leído el Evangelio de Jn 3,13-17:

Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del hombre.

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él vida eterna.

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna.

Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.

Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único.... Vaya que sí, ¡este Evangelio es Buena Noticia! Y no lo envía a juzgarnos, sino a salvarnos... Si hasta en el Credo de Nicea Constantinopla lo proclamamos como parte integral de nuestra fe:

...por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo...

"Bajó del cielo"... La segunda lectura de hoy es otra de mis predilectas de la época de los estudios teológicos: la Carta de San Pablo a los Filipenses 2,5-11
Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo:
El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios.
Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre;
y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de cruz.
Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo nombre.
Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos,
y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SENOR para gloria de Dios Padre.

No retuvo ávidamente el ser igual a Dios... Se hace semejante a nosotros, obediente hasta la cruz. Y la cruz entonces es símbolo del amor de Dios. ¿Hasta qué punto? Hasta entregarse por nosotros. Al punto de cargar con nuestra cruz. Al punto de dar su vida por mí, para salvarme...

¡Qué asombroso beneficio de tu amor por nosotros!
¡Qué incomparable ternura y caridad!
¡Para rescatar al esclavo, entregaste al Hijo!

Les dejo una canción que aprendí hace casi diez años en mi Parroquia madre, San Lucas:



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