jueves, 18 de septiembre de 2008

Noticias desde Republica Centroafricana

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A lo que viene el título de este post: Hace un par de días me encontré en el chat con un compañero de la Facultad de Teología, el Padre Pedro Indacochea. Él es ecuatoriano, misionero comboniano que trabaja actualmente en República Centroafricana. Le pedí que me autorice a publicar algunas fotos que me envió. Las comparto con Uds. Hagámonos una idea de la realidad de la población:

"...a causa de los movimientos subversivos que se encuentran al norte del país y por la temporada de lluvia, los misioneros han tenido que abandonar las comunidades cristianas, ya que el medio se ha vuelto vulnerable e inseguro... Ante esta realidad nosotros, damos testimonio de la Fe de Jesucristo é incluso con nuestras vidas ó simplemente abandonamos nuestras misiones, ya que los mismo cristianos huyen ante la violencia y los enfrentamientos continuos. Estas hostilidades que viven los Cristianos en esta parte del Africa y en Medio Oriente es conocido por la Comunidad Internacional...

Muchas veces me han preguntado a dónde se va el dinero que donamos en las colectas del Óbolo de San Pedro, el Domund (Domingo Mundial de las Misiones), Infancia Misionera, etc. Pues precisamente a donde la misión quema, en cada país, según las necesidades que se tenga. Tuve la oportunidad, mientras integraba el movimiento de Jóvenes sin Fronteras y estudiaba en la Facultad de conocer algunos amigos combonianos, la misma congregación que publica en Perú las revistas Aguiluchos y Misión Sin Fronteras. Al respecto Pedro nos escribía en un mail en junio de este año:

"...no se puede amar lo que no se conoce, la revista “Sin fronteras y Aguiluchos” son ventanas para conocer el mundo misionero. Son obras concretas de formación e información, y puentes de solidaridad con los misioneros."

Nosotros los misioneros educamos con nuestro testimonio a las personas que encontramos día a día, es verdad que no es fácil pero sin Cristo nadie puede hacer nada. Además “No hay amor más grande que dar la vida por sus amigos” Jn 15, 13, y si El nos llama amigos, es verdad que en esta parte del corazón del Africa existen muchos hombres y mujeres que no conocen los valores del Reino de Dios “paz, justicia, verdad”.

Y nosotros los misioneros somos testigos de esta amistad entre el hombre y Dios, gracias a Jesús que murió por mi, por ustedes y por cada uno de nuestros hermanos los Africanos “Ya no les llamo servidores, porque un servidor no sabe lo que hace su patrón. Los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que aprendí de mi Padre”.

En marzo, envió una carta donde contaba:

Con mi compañero de misión, P. Víctor Hugo hemos preparado las maletas para visitar las comunidades más lejanas de nuestra misión, claro este es el tiempo para visitarlas antes que las lluvias vengan y destruyan los puentes, así que hemos tomado el camino cerca del río M’bari, (frontera con el Congo Democrático).

Gracias a Dios los habitantes ya habían limpiado la ruta, y conforme avanzábamos hemos cortado grandes árboles cruzados que nos impedían pasar, claro a punta de hacha y machete; mi compañero me dice cada vez que salimos, padre no olvide “la caja de herramientas porque no llegaremos a nuestro destino”, y tiene razón porque ya ha pasado varías noches a la sombra de la luna en medio de la selva, sea por alguna falla mecánica o por el estado de la ruta. Y conforme avanzábamos íbamos arreglando los puentes para poder llegar a nuestro destino. Lo cierto que después de 60 Km hemos llegado cansados, y la comunidad nos esperaban con un buen pescado fresco y algo de carne de elefante, así que hemos recuperado las fuerzas.

Ya en la mañana el ambiente era de fiesta, un grupo de jóvenes preparaban el fuego para calentar los tambores mientras que una larga fila de cristianos estaba lista para confesarse, lo cierto que después de un año que no tenían la visita del Sacerdote. Hemos comenzado la Santa Misa, entre palmas y flores que adornaban el altar hemos saludado al Cristo de madera que los Cristianos veneran, los niños ocupaban las primera filas, mientras que la coral con sus instrumentos hechos de caja de sardinas y ollas viejas llenaban el ambiente de fiesta y ningún niño dejaba de danzar y dar palmas al Dios de la vida. Recordar el momento del ofertorio, los niños han ofrecido alguna fruta como limones, papayas, bananas y sin dejar pasar la yuca como plato principal del medio. Al fin todos han pasado a ofrecer lo que Dios les ha concedido en este tiempo.

Qué distinto resulta conocer esa realidad, a donde va la ayuda, y el trabajo de los misioneros por los que rezamos, ¿verdad? Viene a mi mente una frase que constantemente repetía P. Mario Mazzoni en Obras Misionales Ponticias y se las dejo:

A las Misiones, o vas o envías.

1 comentario:

Fer dijo...

Muy interesante tu publicación. Soy amiga del Padre Pedro Indacochea y pesar de la distancia me comunico con él en algunas ocasiones ya sea por correo electrónico o por msn (claro está con las interferencias del caso)bueno la verdad es que el Padre Pedro es digno de admiración por cumplir esta gran labor en favor de sus semejantes.