Cuando falleció mi abuela Margarita, mejor dicho, mi mámili, encontré entre sus libros y estampas este dibujo que alguna vez me había enseñado y creo que ha sido algo que me marcó en los estudios de teología:
El teólogo, el catequista o el predicador no sólo debe hablar de Dios, sino también y antes que nada, hablar con Dios.
He aquí por qué la teología pudo y puede haber sido tan árida... Un poco de ejercicios ignacianos a los teólogos, de cuando en vez, no les caería mal...
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He aquí por qué la teología pudo y puede haber sido tan árida...
Un poco de ejercicios ignacianos a los teólogos, de cuando en vez, no les caería mal...
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